Voy a pasármelo bien
Lector Impertinente.
Agosto/25.
Nos situamos en un Valladolid de ensueño, donde los Hombres G servirán como hilo conductor de una historia de amor preciosa a través de los años. Pero, al contrario de lo que pueda parecer, la nostalgia no es el motor de la trama ni el motivo por el que el espectador se emocionará al ver un walkman, “Galerías Preciados” y la "Mirinda".
A qué suena el primer amor? ¿Ese amor desbocado, ciego y torpe de las primeras veces? ¿Esa corriente que todo lo arrasa y que, de forma inexplicable, te hace pasar de la risa al llanto y del llanto al baile? Para toda una generación, el primer amor sonaba a Hombres G. Y hoy, de la mano de uno de esos niños ochenteros, ese sentimiento se ha hecho película.
Porque cuando hablamos de “Voy a pasármelo bien” no estamos hablamos de la comedia del verano. Estamos hablando de un clásico instantáneo del cine español. De unas actuaciones brutales con una química excepcional, de un guión perfecto en su sencillez y de los mejores números musicales que se han hecho para la gran pantalla en nuestro país. No en vano, estamos hablando de David Serrano, el genio tras el telón de “Hoy no me puedo levantar” o “Billy Elliot”. Aunque aquí deja los grandilocuentes escenarios para contarnos una historia pequeña, pero emotiva y del todo personal.
Nos situamos en un Valladolid de ensueño, donde los Hombres G servirán como hilo conductor de una historia de amor preciosa a través de los años. Pero, al contrario de lo que pueda parecer, la nostalgia no es el motor de la trama ni el motivo por el que el espectador se emocionará al ver un walkman, “Galerías Preciados” y la "Mirinda". Estos sólo son un bonito complemento que adorna la trama. Porque, aunque la nostalgia haga las delicias de cualquier boomer, no es el alma de la película. La razón por la que cualquier espectador de cualquier edad se descubrirá con un nudo en la garganta y una sonrisa en la cara durante toda la película es porque “Voy a pasármelo bien” es pura verdad.

Esa verdad que nos habla del primer amor, sí, pero también de los sueños frustrados, la aceptación, madurar, crecer, quererse a uno mismo y verse apoyado en la amistad. Descubrir que, como el personaje de Luis, siempre hay otra forma de ver la vida. La bonita, esa que, aunque te encuentres repleto de mierda, la mierda te sabe a victoria y se celebra con un primer beso. Esa que, aunque sea un beso de despedida, signifique un “Hasta luego, ya me lo devolverás”.

Porque, ante todo, “Voy a pasármelo bien” es puro sentimiento. Pasión, cariño y ternura. Es pura magia, detalle y sencillez. Es la magia de hacer sencillo lo difícil. De poner el corazón en lo que haces y dejarse llevar. Es una simple sacudida de dedos vista de espaldas. Es sacar la lengua al chico que te gusta. Hacerse el chulo y quedar como un imbécil fumando cigarrillos mentolados. Es el lenguaje secreto, cómplice de dos niños que se olvidan, vuelven y arrasa treinta años después. Son las absurdas expresiones de nuestra infancia, sí, pero también son las absurdas expresiones de ese grupo de amigos al que ya no vemos. Es el paso del tiempo y todo lo que dejamos atrás. Son los mejores años de nuestra vida, aunque nosotros no lo supiéramos, y hoy, viéndolos en escena, queremos recuperar.
Los primeros compases de "Voy A Pasármelo Bien" me resultaron bastante normalitos y dentro de lo esperado.
Sin embargo, la peli da un enorme acelerón cuando entra en escena la pequeña Layla.
Su presencia no solamente ilumina al pequeño David en 1989, sino también al resto de la platea del cine en 2022.
Su belleza no es perfecta porque sus facciones no lo son, sin embargo logra encandilar con su mirada, sus gestos, su actitud ante la vida y con su serena belleza.
Por esa razón tan solo, me gustaría felicitar al responsable del cásting, porque no puede haber sido nada fácil encontrar una niña como ella, que cumpliera con tantos requisitos que acaban sosteniendo la magia del amor adolescente de los protagonistas, ni tampoco pudo haber sido nada fácil lograr encontrar un portento de actor como el niño Robocop. ¡¡¡ Madre mía Robocop !!!

Este niño se "come" la película, su guion ya podía señalarle muchos de los diálogos y muchas de sus actitudes, pero hay mucho más en su interpretación: hay sagacidad, hay picardía, hay miradas, hay carácter, hay . . . qué sé yo . . . hay un futuro prominente para que llegue a ser un gran actor de nuestro cine en los próximos años.
David, el prota, es un niño que lo borda a todo lo largo del film.
Me ha costado un poco relacionar la figura de Raúl Arévalo con la cara tan guapa de David niño, por más que hayan pasado treinta años.
El cine como generador de emociones que conecten con el espectador olvidándose por el momento en el cual se está viendo la película que sea de cómo debe de ser la estructura narrativa, la planificación, el ritmo de la película, entre otras cosas, si no nos convertiremos en críticos de cine olvidando nuestros sentimientos y nuestro corazón dejándolos en la puerta del cine.

Digo esto porque me da mucha pena leer críticas anteriores a la mía en las cuales ponen a esta película verde, cuando personalmente yo digo que ojalá hubieran más películas como esta que te toquen la fibra sensible, que te hagan recordar momentos de tu vida, que te hagan despertar en ti la vena creativa y que sean tan estimulantes. En serio digo ¿Con que corazón y con que sentimientos se ha ido a ver esta película? Yo cuando voy al cine voy con los sentidos abiertos, el alma abierta y mi sensibilidad a flor de piel y pocas películas me hacen recordar momentos de mi vida y desear estar dentro de la película y ser amigo de los protagonistas, repito pocas películas han conseguido eso, y esta es una de ellas. Desear a la edad de los niños que salen en la película tener una pandilla de amigos como los que salen... Robocop, otra vez digo: ¡madre miaaaa!, menudo chiquillo, un portento, y desear tener un amor como el de Karla Souza, ya me hubiera gustado. Me estaré volviendo un carroza, un sentimental, y que conste que yo en su día era Credence Cliwather y heavy metalero y con los muchos amigos que tenía que les gustaba lo duro odiábamos a los Hombres G porque representaban el bando enemigo ¡que tontería más grande! cuando pasa el tiempo y descubres que en algunos guateques y fiestas a los que pude acudir, escondía mi lado duro y bailaba la música del mítico grupo, que acompaño mis y las de mis amigos y compañeros borracheras y pedos de adolescente, las pocas que tuve, que fueron históricas.



¿Habrá tenido algo que ver todas estas emociones, recuerdos y nostalgia en mi valoración crítica de esta película? Por supuesto algo ha tenido que ver, el corazón no es una nevera, yo también tuve mis amores. Y voy a rematar diciendo que tal como es el cine español, atreverse a hacer un músical con un grupo de niños y conseguir esas coreografias, es tarea de colosos. Y David Serrano lo ha conseguido, bueno los dos David, Serrano y Summers. Un 10 para el primero porque harto estaba ya de en mis continuas escapadas a las salas de cine, no sentía vibrar mi corazón como con esta película, encantadora, simpática, que se pasa en un suspiro, y gracias por hacerme soñar, seré un tonto, pero al final cuando uno sale del cine, se vuelve a la cruda realidad donde quizás no hay amores que te estén esperando y vuelvas a tu soledad, pero durante una hora y media lo han conseguido conmigo. Gracias, porque tan insensibilizado como estaba con tanto blockbuster americano y tanto cine prefabricado que ni emociona ni te hace sentir esa sensación de la magia del cine, creía que el cine había muerto.


Entre tanta sangre, tanta frialdad, uno no debe de olvidar ser niño (porque hay que ser niño para ver cine y verlo con ojos renovados de niño cada vez que se va a una sala), olvidarse de tanta teoría cinematográfica, sentarse y disfrutar sin prejuicios, porque, amigos y amigas, no hay que dejarse el corazón en la taquilla de entrada al cine.
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