Unamuno un columnista incómodo para el poder


Jaime Tenorio.

Septiembre/25.

 

Ahora que el Partido Popular ha puesto de moda defender la libertad de expresión de los agitadores fascistas que acosan a parlamentarios y periodistas progresistas, a la vez que pide a Televisión Española que despida a una periodista que, libremente expresa su opinión, quiero yo referirles un episodio de esos de nuestra historia que no son muy conocidos; la condena a prisión de don Miguel de Unamuno por criticar al rey.

Don Miguel de Unamuno, quien fuera rector de la Universidad de Salamanca hasta en tres ocasiones, fue condenado a la pena de cárcel por criticar desde su columna en el periódico “El Mercantil Valenciano” al rey Alfonso XIII y a su augusta mamá, la reina María Cristina, una señora que no fue precisamente un dechado de virtudes, aunque sí discreta y alejada de la política mientras vivió su regio esposo Alfonso XII, con quien contrajo matrimonio cuando el rey había enviudado de su primera esposa, María de las Mercedes de Orleans,  no fue María Cristina una mujer muy sensata, ni tampoco la más honesta, como su hijo tampoco fue el más lúcido de los monarcas. Vamos, y para entendernos, que el intelectual tenía motivos más que sobrados y cargados de razón para afearles su conducta a tan regias personalidades.

Nacido el 17 de mayo de 1886, Alfonso León Fernando María Santiago Isidro Pascual Antón de Borbón y de Habsburgo-Lorena, Alfonso XIII de España, para abreviar, fue también conocido como "el Africano". Un monarca que nació siendo rey y portó la corona de España hasta la proclamación de la Segunda República en 1931.

Unamuno se había convertido y lo siguió siendo hasta que 1924 durante la dictadura del general Primo de Rivera me lo desterró a Fuerteventura, en el porculero más destacado de la restauración borbónica destapando y aireando las miserias de un régimen monárquico tan corrupto, endogámico y falaz que llegó a lograr lo imposible, poner de acuerdo a casi todos los españoles, porque a casi ninguno gustaba. (De lejos viene la pulga del galgo)
El rector firmó durante siete años su columna dominical en aquel rotativo valenciano que era voz y seña del republicanismo moderado del país y por ello uno de los medios más perseguidos y censurados de la historia de España, porque en aquel entonces los medios no se compraban como hoy, se combatían por parte del régimen de turno lo que, convendrán conmigo era mucho más digno que lo que se hace hoy, donde se llega con un maletón de pasta, proveniente generalmente del saqueo público, se pone en lo alto de la mesa del dueño del medio y acto seguido se llama a los profesionales a los que se les da el ultimátum; serás un niño bueno y seguirás mis directrices o te convertiré en carne de paro y trabajaras de cualquier cosa menos de esto que a ti tanto te gusta y a mí me da tanto miedo que tú trabajes.
Sus críticas desde las páginas de aquel periódico llegaron a preocupar tanto a los de siempre que ordenaron al fiscal de la Casa Real sentar en el banquillo de los acusados a Unamuno endosándole un delito de injurias a la corona, por tres artículos publicados entre los años 1918 y 1919.

La madre que parió a Su Majestad Alfonso XIII, doña María Cristina Desirée Enriqueta Felicitas Rainiera, archiduquesa de Austria, reina consorte, y reina regente de España hasta 1902, nació en 1858 en Moravia, entonces perteneciente al imperio autríaco, y casó con Alfonso XII, papá de Alfonso XIII en 1879.

El proceso se celebró a puerta cerrada porque los de siempre temían disturbios, debido a la gran popularidad del filósofo, por parte de un pueblo harto del mamoneo de sus monarcas, quedando visto para sentencia el mismo día de su inicio. Y tan sólo cinco días después (que luego se critica la lentitud de la justicia) se daba a conocer esa sentencia que condenaba al filósofo a una pena de 8 años de prisión y quinientas pesetas de multa por injurias a cada una de las personas reales, es decir el rey y su muy poco santa madre, lo que equivalía a 16 años de cárcel y mil pesetas que, presuntamente, se iba a comer el célebre rector; que también anduvo tranquilo y muy crecido porque sabía que no se iba a merendar ni media hora de trullo, ya que en la misma sentencia se hacía referencia al Real Decreto de indulto sobre delitos de imprenta que se había dictado un año antes, en un intento de los de siempre por darle algo a la masa que calmara su mala leche contra la casta que los explotaba.
No obstante, Unamuno, muy chuleta él, renunció a la medida de gracia y recurrió la sentencia ante el Tribunal Supremo y terminó, como buen vasco, saliéndose con la suya en el pulso que mantuvo con la corona y los de siempre.
Ya no quedan tipos así y es una pena, porque esta consolidada y plena monarquía Borbona sería mucho más divertida.


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