Montoro, el ministro que vendió España.
El Comunero.
Agosto/25.
"Cristóbal Montoro era una de las pocas figuras aún respetadas que le quedaban al partido Popular. Un hombre que marcó toda una década con sus recortes sociales y sus subidas de impuestos"
El juez del juzgado número dos de Tarragona, Rubén Rus, detonó a mediados de julio el torpedo Montoro que llevaba siete años activado en su juzgado, contra la línea de flotación del Partido Popular, una chalupa política que hace aguas desde hace muchos años y que solo se mantiene a flote por la tozudez de un electorado tan fanatizado como despegado de la realidad, manipulado por unos medios de comunicación indecentes que se mantienen fieles a quien los alimenta, y aplastado por una montaña de mentiras que se les viene abajo cada jornada.
Cristóbal Montoro era una de las pocas figuras aún respetadas que le quedaban al partido Popular. Un hombre que marcó toda una década con sus recortes sociales y sus subidas de impuestos porque los españoles habíamos “vivido por encima de nuestras posibilidades” en los años previos a su llegada y con él al frente del Ministerio de Hacienda llegaba el turno de pagar.
La implacable política de austeridad que impuso a los españoles provocó, entre otras cosas, el desahucio de miles de ciudadanos que no pudieron hacer frente a sus compromisos económicos porque disparó el paro, lo provocó desigualdad y ensanchó la brecha social, al tiempo que diseñó una amnistía fiscal a la medida para que más de 30.000 delincuentes financieros pudieran regularizar su situación, a cambio del 1% del botín obtenido, y diseñaba el rescate en forma de préstamo que nunca se iba a devolver de la banca española, esquilmada por los mismos a los que la amnistía les permitiría disfrutar del producto de la descomunal estafa. A pesar de eso, Montoro, ha mantenido hasta ahora un aura de respetabilidad y credibilidad que Rus ha destrozado levantando el secreto del sumario en la causa que instruye contra el exministro de Aznar y Rajoy, por, entre otros presuntos delitos, prevaricación, tráfico de influencias o cohecho.

Según la instrucción que está llevando a cabo el juez Rus, Montoro, a través de un despacho de asesoramiento financiero que fue fundado por él y del que, en teoría, se desvinculó al ser nombrado ministro, cobraba suculentas cantidades a empresas de todo tipo para redactar leyes a la medida, una práctica que ahorró a las compañías más de mil millones de euros en impuestos, mientras millones de españoles vieron recordadas sus prestaciones, salarios y congeladas las pensiones, porque no había dinero para hacer frente a las mismas.
Seguramente el proceso judicial que conlleve todo este nuevo escándalo de corrupción de la derecha española termine en nada, como suele ocurrir en los procesos judiciales que afectan al Partido Popular, pero en el imaginario colectivo ya nadie perderá de vista que Cristóbal Montoro, diga lo que diga un juez, vendió España condenando a los españoles a la miseria, y nunca más volverá a gozar de la respetabilidad que acuñó, por no hablar de su, desde ahora, inexistente credibilidad.
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