Privatizar la vida.
José Miguel Montalbán.
Septiembre/22
Más de la mitad del agua que consumimos en los hogares españoles, exactamente el cincuenta y cinco por ciento, está gestionado por empresas privadas.
Datos como este hacen que sea muy necesario plantearse hasta qué punto, un bien esencial para la vida y que debería estar al margen de intereses comerciales, es conveniente que entre en el juego especulativo de millonetis sin demasiada conciencia y que nunca han tenido mayor necesidad que la de estudiar con su legión de expertos y asesores, la forma más rentable de eludir al correspondiente fisco el mayor porcentaje posible de su inmensa fortuna.
En nuestro país mayoritariamente y casi en exclusiva (90%), de la gestión de ese agua esencial para la vida de todos los seres, está en los balances de dos compañías multinacionales; la francesa Suez, a través de su filiar en España Agbar y Acualia, una empresa participada por la hispana FFC y un fondo inversor australiano.
La inmensa mayoría de la población, embrutecida e indolente, no acierta a vislumbrar el futuro que les espera a nuestros hijos con todo ese lío del cambio climático y el aumento de las temperaturas, la sequía, los incendios y…
Somos incapaces de imaginar el futuro que hemos dejado que diseñen para nuestros hijos y que está a la vuelta de la esquina, cuando abrir el grifo en casa para llenar un puchero en el cocer la acelga, les suponga un roto en su mísera nómina de varios cientos al mes.
Somos incapaces de imaginar a ese nieto que no vamos a conocer, de finales de siglo, haciendo sus cositas en plena noche y a cualquiera de sus padres, nuestros hijos, bajando al bar a comprar una botella de Dom Périgon para lavar el culito de la criatura, porque les sale más barato que abrir el grifo.
Nunca lograremos imaginar un fututo en el que nuestros hijos se tengan que duchar con Chanel Nº5, porque abrir el grifo es hipotecar la casa y solo se abre para beber y solo cuando el Dom Périgon comienza a subirse a la cabeza.
Pero deberíamos hacer un esfuerzo por imaginar el futuro próximo con los cursos de los ríos interrumpido por presas, cada quince centímetros y con un cartelito en el que se lea “Insert Coin” sobre la compuertilla por la que manará un chorrito de agua, previo pago por minuto, y que han sido construidas por compañías privadas que, a cambio de la inversión y el “ahorro” al Estado, se hacen con la concesión de la explotación de ese bien fundamental para la vida de todo los seres, como si fuera una autopista, pero sin vía alternativa, durante centurias.
Un ejercicio de imaginación, pero pequeño, porque si prestamos atención a las señales y somos observadores, comprenderemos enseguida que las guerras del próximo siglo serán por el agua, como en este y el anterior lo han sido por el petróleo, y que la avaricia de todos esos millonetis es insaciable y la hipocresía e indignidad, de quienes les están permitiendo, con nuestro aplauso, connivencia y voto, apoderarse…robar ese recurso esencial para la vida de todos los seres y que de todos es, resulta infinita, como su codicia y desvergüenza.
Bien, pues una vez imaginado todo eso, imaginemos ahora que usted pudiera hacer algo por impedir, al menos por entorpecer o retrasar ese panorama que ya están diseñando los miserables habituales con sus habituales miserables acciones y aprovechando nuestra habitual parsimonia.
¿Lo imagina usted, amigo lector?
Pues sepa usted que puede hacer mucho por evitar ese dantesco panorama, que le aseguro que tampoco he exagerado en demasía, y que sus hijos no tengan que limpiar el culito de ese nieto que no va a conocer con galo espumoso.
Simplemente, piense un poco, deje de ser un irresponsable a la hora de meterla…la papeleta en la urna.
Medite solo un poco sobre lo que ya le están echando desde los burdeles mediáticos, sobre las declaraciones de los miserables y sobre lo que está ocurriendo en su entorno, comprenderá que han empezado a vender una moto que es la misma moto que ya ha pagado usted quinientas veces y que sigue sin arrancar.
Piense, mi estimado lector, y déjese de cuentos liberales y sus inventados enemigos.
Piense…



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