La partitura rota de nuestra memoria


Luis Poyatos.

Septiembre/25.

 

La remembranza de este mes la presento tras saber que Gaza está siendo exterminada por completo. Uno no sabe que va a ocurrir en este mes de septiembre que se presenta demoledor para el pueblo palestino y visos de encontrarnos a las puertas de un nuevo conflicto europeo, ¿quién sabe?

 

 

La misiva que han recibido en los hospitales franceses por parte del Ministerio de Salud y firmada por la titular de la cartera de Salud, Catherine Vautrin, plantea las creación de centros médicos destinados a recibir pacientes extranjeros heridos en combate, ante el posible colapso de los recursos sanitarios en Europa, anticipando una crisis de salud pública derivada de un conflicto a gran escala en el continente. Ante tal revuelo causado de alarma ,la ministra defendió la iniciativa como una medida de prevención”.

Toda esta informacion bloquea nuestra mente que vive en un estado de paz pero totalmente tocada por el genocidio que se esta cometiendo y por el estado de inanición al que estamos paralizados por miedo ,por ignorancia o por desidia total ante 

estas matanzas cometidas a seres inofensivos. Hace décadas leí  este chiste o cita, como quieran llamarle, y que comparto con ustedes , me marco y más viniendo de Norman Filkestein, un profesor estadounidense de origen judío que fue llevado al ostracismo por el afamado lobby judío universitario ante su posición antisionista. Dice así: “Un periodista se dirige a un ruso, a un polaco y a un israelí y les hace la misma pregunta. Primero le pregunta al ruso. Perdone : ¿ cuál es su opinión sobre la escasez de carne? Y el ruso le dice ¿qué es una opinión?. El periodista pregunta después al polaco. Perdone ¿qué opinión tiene sobre la escasez de carne? Y el polaco le dice ¿Qué es la carne? Por último, le hace la pregunta al israelí. Perdone ¿qué opinión tiene sobre la escasez de carne. Y el israelí le dice ¿Qué quiere decir perdona? Esa afamada aptitud del israelí, marca un carácter supremacista que la ha llevado a estar hoy en día en el señalamiento constante por parte del resto del mundo.Y esto nos lleva a plantearnos en esta nueva remembranza: “Sin culpa no tiene sentido el perdón” (Freud).

La sociedad israelí no sabe lo que es el perdón. El acto de perdonar es imposible si un sujeto no lo pide de algún modo. Perdonar no sígnica olvidar o justificar el daño que te hicieron, ni reconciliarte con la persona que te causó el daño. El perdón trae un tipo de paz que te permite enfocarte en ti mismo y te ayuda a continuar con tu vida. El pueblo alemán sabe mucho del perdón y ha sabido convivir con su estigmatización por su horror cometido ante los judíos . Si nos planteamos como se llevaría a cabo el perdón” que recibieron por los vencedores de la II Guerra Mundial ,nuestra imaginación nos puede llevar a desbloquear momentos muy difíciles de asimilar. Voy a intentar exponer como la sociedad musical alemana tuvo que vivir y eliminar culpas por ignorar o no, la nefasta ideología nazi. 

La caída del Reich en 1945 supuso un momento de profunda convulsión y reestructuración para el mundo de la música en Alemania, un ámbito que había estado fuertemente controlado y politizado por el régimen nazi. La principal tarea de las fuerzas vencedoras fue la desnazificación, un proceso que buscaba purgar la sociedad alemana de las influencias nazis en todos los niveles, incluyendo la cultura. El proceso de desnazificación y sus consecuencias para los músicos: Los juicios y la depuración: Los músicos, directores y compositores que habían colaborado con el régimen fueron sometidos a procesos de investigación y juicio. Se les categorizó según su grado de implicación, desde "seguidores" hasta "delincuentes principales". Algunos de los casos más notables incluyen:

* Wilhelm Furtwängler: Uno de los directores de orquesta más célebres de la historia, Furtwängler dirigió la Filarmónica de Berlín durante todo el periodo nazi. A pesar de haber defendido a algunos músicos judíos y de no haberse afiliado al partido, fue sometido a un largo juicio de desnazificación. Finalmente fue absuelto, argumentando que se había quedado en Alemania para proteger la música alemana y oponerse al régimen desde dentro. 

Herbert von Karajan: Este director de orquesta, que se había afiliado al Partido Nacionalsocialista, también fue absuelto por los tribunales de desnazificación. Su carrera musical se dispararía en el período de posguerra, convirtiéndose en una figura prominente de la música clásica.

* Richard Strauss: El compositor, que había presidido el Consejo de Música del Reich, también fue absuelto de cualquier afiliación nazi después de la guerra.

* Carl Orff: El compositor de "Carmina Burana" fue otro de los que se enfrentó a un proceso de desnazificación, del que salió absuelto. Su obra, estrenada en 1937, había sido bien recibida por el régimen nazi, aunque Orff siempre mantuvo que su interés era puramente musical.

El destino de los que se quedaron y los que se exiliaron: Muchos músicos que habían optado por permanecer en Alemania durante el nazismo se enfrentaron a la sospecha y el ostracismo. Sus carreras se vieron interrumpidas o se ralentizaron mientras se dirimía su situación. 

Por otro lado, los músicos que habían huido del régimen, en su mayoría judíos, comunistas o simplemente opositores, regresaron a una Alemania culturalmente devastada. Su retorno y la reintegración de su música, que había sido prohibida como "degenerada" por los nazis, fue un proceso lento y a menudo difícil. Figuras como Arnold Schönberg o Kurt Weill no volvieron a residir en Alemania, aunque su música sí lo hizo. La música y la reconstrucción cultural: El período de posguerra fue un momento de "reconstrucción" musical, tanto física (reconstrucción de teatros y salas de conciertos) como cultural. Hubo un esfuerzo por recuperar la música "degenerada" que había sido prohibida, incluyendo las obras de compositores como Gustav Mahler, Felix Mendelssohn y la Segunda Escuela de Viena (Schönberg, Alban Berg y Anton Webern).

Surgieron nuevos movimientos musicales, como la música electrónica alemana de posguerra, que buscaban romper con el pasado y crear un nuevo lenguaje musical. Compositores como Werner Egk colaboraron activamente en la reconstrucción del escenario musical, aunque su pasado bajo el régimen nazi ha sido objeto de debate.

En resumen, el período posterior a la caída del Reich fue una época de profundas transformaciones para los músicos alemanes. Los procesos de desnazificación buscaron depurar a aquellos que habían colaborado con el régimen, mientras se intentaba recuperar el patrimonio musical perdido y forjar una nueva identidad cultural para el país. Fue un tiempo complejo, cargado de dilemas morales y decisiones difíciles, que marcaron la historia de la música alemana del siglo XX.

Mahatma Gandhi dijo una vez: Nunca podremos perdonar; el perdón es el atributo de los fuertes”. Con ello nos recuerda que el perdón exige una fortaleza interior y una valentía excepcionales, pues implica dejar atrás el rencor, el odio y la sed de venganza. Mientras los débiles se aferran al resentimiento y permanecen prisioneros del pasado, los fuertes son capaces de sanar, liberarse de la carga del rencor y seguir adelante con dignidad.

Sin embargo, un pueblo como el judío —erudito y de inteligencia admirable— no ha sabido proyectar su expansión sin incurrir en el crimen infame del genocidio. Ha sabido manejar con eficacia los mecanismos de comunicación, de información y de poder económico; pero no ha sabido mostrar al mundo la riqueza de su identidad errante, aquella que debería ser su verdadero testimonio como Estado judío.

Hoy, en pleno siglo XXI, compartimos este planeta con seres humanos de origen judío que destacan como músicos, escritores, artistas, empresarios, periodistas, políticos, deportistas, etc. Todos tenemos los mismos derechos. Sin embargo, es doloroso constatar que muchos de ellos apoyan, justifican o guardan silencio ante el maldito genocidio.

Si para el ser humano el genocidio significa el exterminio de un pueblo, entonces TODOS —pero absolutamente todos— tenemos la obligación moral de señalarlo. A nadie le gusta ser chivato”, pero así como los nazis señalaron a los judíos, y luego éstos señalaron al pueblo alemán por los horrores cometidos (y muy bien que lo hicieron), nosotros deberíamos asumir la responsabilidad de hacerlo cuando los organismos internacionales actúan con tibieza frente al genocidio. Callar es complicidad.

Hoy mismo parte una nueva Flotilla hacia Gaza, con más de 500 personas solidarias. Unos se posicionan y actúan; otros, en cambio, prefieren el silencio. Y aquí es donde entra el valor del señalamiento: no como ataque personal, sino como un recordatorio de conciencia ante un error histórico gravísimo. 

Que silencio se ha mantenido en esa orquesta que nos daba felicidad y que estaba dirigida por el gran Barenboim, músico argentino de origen judío-ruso, junto al palestino Edward Said, nacido en Jerusalem, tristemente fallecido.  

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En el mundo de la música, este silencio duele especialmente. Llevamos más de dos años de genocidio en Gaza y muchos músicos apenas ahora empiezan a insinuar un posicionamiento, tal vez temiendo perder contratos o actuaciones. Pero ya es hora de quitarse la máscara. Es increíble cómo tantos músicos de jazz y de otras corrientes permanecen callados en sus redes sociales, evitando comprometerse.

En una ocasión le preguntaron al gran pianista de jazz Herbie Hancock por qué este género había dejado de formar parte de la escena popular. Su respuesta, en mi opinión profundamente certera, fue que el jazz trata del alma humana, no de la apariencia. El jazz tiene valores; enseña a vivir el momento, a trabajar en conjunto y, sobre todo, a respetar al otro. Cuando los músicos se reúnen para tocar, deben escucharse y comprenderse mutuamente. El jazz es un lenguaje internacional que representa la libertad, debido a sus raíces en la esclavitud. El jazz hace que la gente se sienta bien consigo misma.”

Hancock, como músico, nos recuerda que el jazz no es solo música: es una filosofía, un modo de vida basado en el respeto mutuo y en la lucha contra la opresión. Sin embargo, esta concepción tan noble del jazz me lleva a hacerme una pregunta inquietante: ¿por qué tantos productores y músicos judíos de jazz no se posicionan ante estos mismos valores cuando se trata de condenar la opresión del pueblo palestino? No estamos hablando aquí de una guerra convencional: lo que se vive en Palestina desde hace décadas es una ocupación, una sistemática política de apartheid y violencia ejercida por un Estado -el de Israel- que ha actuado con brutalidad hacia una población civil indefensa.

Frente a tanto silencio, surge la admirable voz del gran saxofonista Perico Sambeat, que compartió este mensaje al leer la entrevista a Raúl Incertis, médico valenciano recién llegado de Gaza:

"Su declaración es espeluznante. El horror de ser espectador de este genocidio me produce un dolor insoportable, no entiendo cómo se pueden cometer tales atrocidades a la vista de todo el mundo y permanecer impune. Las personas se manifiestan por miles, por millones, en todo el mundo, y los poderosos apoyan a Israel pese a todo. Los valores éticos no sirven para nada. Europa es un fraude. Cada día son asesinados cientos de inocentes en Gaza o Sudán. El silencio de los medios, de la gente y de los artistas influyentes —incluidos muchos de mis compañeros músicos— me asombra y me duele, porque sin querer lo confundo con posiciones de apoyo... ¿o será cobardía? ¿o indiferencia? Muchos afirman que no hay que mezclar la música (o el arte) con el pensamiento crítico, con el posicionamiento ético. No estoy de acuerdo. Creo que todos tenemos el deber moral de pronunciarnos, de decir que NO. El arte no es una simple celebración estética, es reflejo del momento social en que nace y crece, vehículo de reivindicaciones, de demandas sociales. El jazz en concreto siempre ha sido una música rebelde y marginal, y hoy en día debe serlo más que nunca. Tenemos el deber moral de decirlo cada vez que nos subimos a un escenario. Valga el ejemplo admirable de grandes artistas y compañeros como Marco Mezquida, Latino Blanco, Albert Sanz, Sara Dowling o Guillermo McGill. Gracias queridos amigos por vuestra humanidad.”

Chapeau, Perico por tus palabras


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