La Hoguera
Josemi Montalbán.
Agosto/25
Son muchos, créame Pérez, 19 fuegos de nivel 2 en toda España, esto ya trasciende el cambio climático, las falacias de los franquistas, el "terraplanismo" de los nazis, la insoportable, en definitiva, obscenidad de los fascistas, la incompetencia de nuestras magníficas, todas, autoridades, los intereses económicos de cuatro hijos de la gran puta que se lucran quemando el futuro de nuestros hijos, porque a ellos en sus paraísos nunca les va a faltar el oxígeno, la bastarda utilización política de las llamas, la miserable venta, aprovechando la tragedia, de rancio ideal de una prensa prostituta, y postrada de rodillas raspadas ante el pirómano interés. Esta desgracia trasciende la España ruin y ciega de siempre. Esto es ya un serio, muy serio problema de Estado que debería de haber provocado el alzado de la persiana del Congreso, e interrumpido las vacaciones de nuestros muy fabulosamente bien pagados, dignos y legítimos, todos ellos, representantes para celebrar un pleno extraordinario en el que, dejándose del "y tú más", y olvidándose de la bronca y el bastardo interés político, se pusieran a legislar, que para eso les pagamos extraordinariamente bien, a buscar soluciones y aplicarlas con urgencia. La realidad de que España esté ardiendo como paja seca, no es un problema de las Comunidades Autónomas, que son las encargadas de gestionar las competencias que regulan y conservan nuestros montes, según se establece en nuestra intocable y sagrada Constitución en los puntos 8º y 9º de su artículo 148, no es un problema del gobierno central, encargado de vigilar que las comunidades cumplan con sus competencias, y poner a disposición de estas los recursos necesarios cuando estas lo soliciten, no es un problema de la administración local que bastante tiene con lo que tiene, no es un problema del vecino cabrón que se pone a quemar rastrojos un día de viento huracanado, tampoco es un problema del vecino al que el fuego deja literalmente en pelotas, no es un problema de las constructoras a las que molesta una arboleda para iniciar la obra de una urbanización, no es problema de la empresa privada de extinción de incendios que no trabaja si no hay fuego y sin fuego no cobra, no es no es problema de las familias de los fallecidos en la tragedia, no es su problema, Pérez, tampoco el mío. Los incendios forestales y el hecho de que España esté ardiendo como paja seca es un problema de todos, un el problema de un Estado que, salvo para cobrar, se ha desentendido de su función pública y, como establece el liberalismo económico, ha delegado casi todas sus competencias, menos las militares, y de momento, en empresa privadas propiedad de especuladores codiciosos.

España arde, y nosotros, Pérez, usted y yo, somos los irresponsables responsables a causa de nuestra supina irresponsabilidad a la hora de presentarnos ante la urna, de un problema de proporciones apocalípticas que requiere de una urgente intervención del Estado, más allá de un presidente autonómico acudiendo con el líder de su partido a poner cara muy compungida y decir estupideces, posando para los fotógrafos en el centro de un decorado ubicado a decenas de kilómetros de la llama más próxima.
España, Pérez, arde y, por incapacidad, necedad o ausencia, debería de convertirse, pero ya verá usted que no, en hoguera para muchos de nuestros políticos.
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