De lo imposible lo impensable
Gragorio Duque.
Mayo/25.
En 2019 se conocía con precisión que el Barranco del Poyo era “Área con Riesgo Potencial Significativo de Inundación “como resultado de los trabajos de Evaluación Preliminar de Riesgo de Inundación, adjudicándose en 2021 el proyecto para sanear la parte final del barranco pero leyes y decretos autonómicos han hecho que la solución no sea compatible.
El 26 de diciembre de 2004 a las 21:58, se produjo un potente terremoto submarino con epicentro en la costa de Banda Aceh (Indonesia) que la comunidad científica bautizó como el terremoto de Sumatra-Andamán, ocasionando una serie de tsunamis a lo largo de las costas de países que bordean el océano Índico (Indonesia, Malasia, Sri Lanka, India y Tailandia), consecuencia de la magnitud de 9,1 del terremoto, siendo el segundo terremoto más grande registrado desde la existencia del sismógrafo (1875) después del terremoto en Valdivia (Chile) de 1960 y ser igualmente el segundo en mayor duración en lo que fallas geológicas se refiere, al ser de 500-600 segundos (entre 8 y 10 minutos), suponiendo que el planeta vibrara un centímetro, aproximadamente, lo que supuso, según estimaciones iniciales, una cantidad de 275.000 fallecidos, aunque cifras actuales aumentan los fallecidos a 280.000, a lo que hay que sumar más de un millón de personas sin hogar y los desaparecidos que nunca se encontraron.

El tsunami que golpeó Tailandia en 2004 fue uno de los desastres naturales más mortales de la historia, causando una devastación sin precedentes y cuyas consecuencias se sintieron en todo el mundo.

En 2012, Juan Antonio García Bayona presentó una película basada en la historia real de la doctora española María Belón y su familia, víctimas directas de aquel terremoto, a la que tituló “Lo imposible”. Según declaraciones del director, << la elección del título hace referencia a lo desconocido, a aquello que te supera y cuesta enfrentarte>>, pese a que el tsunami ocurrió exactamente un año después del terremoto de 2003 que devastó la ciudad iraní de Bam, y 44 años antes del citado terremoto de Chile, de 9,5, percibido a nivel planetario y que produjo una serie de maremotos a lo largo del océano Pacífico incluyendo Hawai y las costas de Japón, estimándose los fallecidos en 2000, y los damnificados en más de 2 millones.
La pandemia de COVID-19 es una pandemia derivada de la enfermedad causada por el virus SARS-CoV-2., inicialmente llamada «neumonía de Wuhan», dado que los primeros casos fueron identificados en diciembre de 2019 en la ciudad china de Wuhan, al reportarse casos de un grupo de personas enfermas con un tipo de neumonía desconocida, teniendo la mayoría de los primeros afectados vinculación con trabajadores del Mercado mayorista de mariscos de Huanan. La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró una emergencia de salud pública de importancia internacional el 30 de enero de 2020. Para el 8 de agosto de 2023 se habían contabilizado más de 692 millones de casos de la enfermedad en 260 países y territorios, con un contagio del 10% de la población mundial, y 6.97 millones de fallecidos, siendo los fallecidos en octubre de 2024 7.031.311, pese a dar por finalizada la OMS en mayo de 2023. Durante 2020 y parte de 2021 se cerraron colegios y universidades en más de 124 países, lo que afectó a más de 2200 millones de estudiantes. Aproximadamente un tercio de la población mundial fue confinada y se impusieron fuertes restricciones a la libertad de circulación, lo cual condujo a una reducción drástica de la actividad económica y a un aumento paralelo del desempleo.

En 2012, Juan Antonio García Bayona presentó una película basada en la historia real de la doctora española María Belón, interpretada por Naomi Watts, y su familia, víctimas directas de aquel tremendo tsunami destroza el hotel y gran parte de la costa del sudeste asiático
La pandemia COVID-19 ha sido quinta pandemia o epidemia más mortífera de la historia. Un siglo antes, con la gripe, fallecieron al menos 100 millones. También en los años 80 del pasado siglo fallecieron 40 millones de SIDA.
Tomando las palabras de Bayona, de enfrentarnos a lo desconocido, no deberíamos calificar nada de lo señalado como imposible ni desconocido, puesto que con anterioridad a esos acontecimientos imposibles y desconocidos se habían producido terremotos otros similares de mayor impacto, sino más bien de lo impensable, que según la RAE lo equipara a absurdo, disparatado, inconcebible, antirracional, descabellado, desatinado, demencial, o inimaginable.
Es impensable, por ejemplo, que tras la evaluación de necesidades de los países afectados por el tsunami, esto es, falta de acceso a alimentos y pérdida de enseres básicos, viviendas dañadas o destruidas, falta de acceso al agua potable, sistema de salud no operativo, sistema educativo no operativo, y graves daños en el sector agrícola y pesquero, la “vuelta a la normalidad” en determinadas zonas afectadas haya sido principalmente el restablecimiento de la oferta hotelera, manteniéndose años después numerosas carencias no solamente preventivas, sino de restablecimiento de la situación inmediatamente anterior, sin que nadie se pregunte si hay alguna relación en los altos muros que protegen la ciudad de Galle en Sri Lanka y la poca incidencia del maremoto en ella y la carencia de diques y el establecimiento de urbanizaciones en zonas de costa que impiden que una alarma inmediata sirva para la evacuación de las miles de personas que gozan de la costa por la carretera de un carril de acceso.
Como tampoco es impensable seguir leyendo que la DANA valenciana fue única e inevitable, pese a que la DANA que impactó el levante español ha tenido varias hermanas mayores en el siglo pasado. El 14 de octubre de 1957, por ejemplo, una riada del río Turia inundó Valencia y causó la muerte de más de 80 personas, dejando unas 1.700 sin hogar, al tiempo que las aguas arrasaban el centro de la ciudad e inundaban barrios enteros, dejándolos convertidos en un lodazal, con sus edificios colapsados y calles transformadas en ríos. Aquello marcó tan profundamente a los valencianos y a las autoridades, que seguían descansando después de aprobar el Estatuto de Autonomía de la Comunitat Valenciana, promulgado por la Ley Orgánica 5/1982, de 1 de julio, cuando en octubre de ese año la presa de Tous se desbordó por la subida del caudal del río Júcar, cedió ante la presión y liberó millones de litros de agua, que mezclados con las lluvias torrenciales (únicas, nuevamente) arrasó varias localidades. Olas de hasta ocho metros de altura engullendo poblaciones como Beneixida y Gavarda quedaron grabadas como símbolo de aquella tragedia, que se cobró la vida de casi 40 personas y causó daños materiales que superaron los 300 millones de euros. La imagen de los vecinos achicando agua sin descanso, intentando salvar lo poco que les quedaba, es un recuerdo doloroso, que no único, en la historia reciente de la Comunidad Valenciana, pues en 1996, la gota fría volvió a castigar la zona, inundando la localidad de Tavernes de la Valldigna. Aquel año, las lluvias torrenciales rompieron récords históricos, con 520 litros de agua por metro cuadrado en apenas 24 horas, lo que desbordó el río Vaca y sumergió la ciudad en una pesadilla de agua y barro.

El 29 de octubre de 2024 una DANA que dejaba precipitaciones de 80y 100 litros por metro cuadrado en 12 horas, arrasó las poblaciones de Requena, Utiel, Torrent, Xirivella, Paiporta y Alacuás, entre otras, dejando a su paso 224 fallecidos, y un escándalo político con el president de la Generalitat, Carlos Mazón, que anduvo desaparecido con una conocida periodista valenciana, durante las horas más críticas de la emergencia.
Está claro, que con esos antecedentes, hablar de DANA imposible de prever es, cuanto menos, impensable, cuando por ejemplo un informe de noviembre de 2024 del Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM) numeró los cinco y al parecer únicos factores que la causaron, sin al menos insinuar que hay mucha obra mal hecho y muchas más sin hacer. Que el CEAM señalara como causas la intensidad y duración, las altas temperaturas del agua del mar, la mayor humedad y vientos, las lluvias torrenciales localizadas y la influencia del cambio climático, y no se insinúe siquiera si la incidencia de la obra humana podría causar mejora o si causó perjuicio, me parece nuevamente que más para catalogarlo como impensable que como imposible.
A día de hoy se conoce más el restaurante donde comió el usía, que las causas, consecuencias y posibles planes preventivos. La información sobre la carencia de infraestructuras adecuadas, de construcciones e intervenciones en la cuenca del Barranco que minimicen crecidas cuesta localizarla, caso de la planificación de una presa aguas arriba de Cheste (que no se ejecutó), el proyecto en el año 2000 de ensanchamiento y de profundización del cauce, cambios de trazado y recubrimientos diversos contando con financiación europea (que se paralizó por criterios medioambientales), o la aprobación en 2001 del Plan Hidrológico Nacional, derogado en el año 2004. Aprobándose otros planes en 2005, 2016-2021, 2022-2017(que nunca han ejecutado actuaciones en este Barranco), o el plan en 2006 de “Adecuación ambiental y drenaje de la cuenca del Poyo “(que quedó paralizado por falta de recursos y problemas ambientales). En 2019 se conocía con precisión que el Barranco del Poyo era “Área con Riesgo Potencial Significativo de Inundación “como resultado de los trabajos de Evaluación Preliminar de Riesgo de Inundación, adjudicándose en 2021 el proyecto para sanear la parte final del barranco pero leyes y decretos autonómicos han hecho que la solución no sea compatible. Resumiendo: se conoce el riesgo de las inundaciones pero no se ha realiza intervención alguna para minimizar sus consecuencias, pese a que alguno no sepa, o no quiera señalar la hispánica falta de limpieza de la vegetación y endémica prohibición vigente de cortar cañaverales, como homenaje perpetuo a D. Vicente Blasco Ibáñez y su “Cañas y barro”, teniendo como consecuencia de aquel hecho único 222 muertos, 4 desaparecidos, 78 municipios afectados, 68.000 viviendas, 30.000 empresas, 13.300 millones en pérdidas, 2.600 millones para reconstrucción de las infraestructuras dañadas, acequias, saneamiento, servicios diversos dañados, puentes, carreteras y ferrocarriles destruidos, campos inundados con las pérdidas de las cosechas, perdidas de coches, cierre de industrias y negocios... Impensable.

Debido al apagón de Tenerife, el Gobierno de Canarias abrió un expediente a las compañías eléctricas para que asumieran sus responsabilidades.
Dicho lo anterior, un cuervo o un mirlo ha chocado contra un cable y ha producido un apagón en una central eléctrica que, por efecto de la calima, del mal polvo en acción o del polvo en suspensión, extiende el apagón de una central a la centralita de alarmas para que a un cibernauta, posiblemente ruso le salte una alerta que le permita apretar un botón y genere el apagón de toda la España peninsular, librándose de lo anterior Baleares y Canarias, donde también hay cuervos, mirlos y calima, pero donde no hay interconexión insular y el apagón, de producirse, afecta únicamente a los sufridos isleños, como los tinerfeños y visitantes el 29 de septiembre de 2019, produciéndose un cero energético que dejó sin luz a toda la isla, la cual tiene más de 900.000 habitantes y del que, al día siguiente del evento, la empresa Endesa aseguraría que fue ajeno a la compañía.

Durante el apagón provocado por el 0 Energético el 29 de Septiembre de 2019 en Tenerife obligó al Tranvía a interrumpir su frecuencia durante horas en el área metropolitana de la isla.
En las primeras horas tras el apagón de Tenerife se recibieron 150 llamadas, realizándose decenas de servicios de urgencia, la mayoría personas que se habían quedado atrapadas en ascensores. Se produjeron más de 30 rescates de este tipo, fundamentalmente en la capital. El Tranvía de Tenerife interrumpió su frecuencia durante horas en el área metropolitana de la isla. El apagón también produjo importantes problemas de conectividad en la telefonía, las líneas se saturaron y el sistema colapsó dejando a la isla prácticamente incomunicada. Sobre las 21:00 horas de la tarde se restableció el 70% del suministro y para las 22:15 horas de la noche se había recuperado prácticamente todo el suministro, tras nueve horas de apagón.
Debido a este gran apagón, el Gobierno de Canarias abrió un expediente a las compañías eléctricas para que asumieran sus responsabilidades. El evento tuvo repercusión en los medios de comunicación nacionales e internacionales y personalidades políticas de España, expresaron sus deseos de un feliz término del cero energético de Tenerife.
Nadie aprendió de aquello. Ni siquiera se ha citado en los debates del apagón de abril de 2025. Quien fuera durante una década presidente de Red Eléctrica de España, Jorge Fabra, declaró que “En los más de 40 años que llevo en este sector nunca había visto algo así”.
Pues yo sí.
PD: El Gobierno organizó para el lunes 28 de abril, su primer gran foro internacional para reforzar la atracción de la inversión extranjera directa en España e impulsar nuevas alianzas en sectores estratégicos, en un contexto marcado por la incertidumbre ante las tensiones comerciales tras la llegada de la nueva Administración Trump a Estados Unidos. Bajo el nombre 'Invest in Spain', el Ejecutivo reunió en el Casino de Madrid a 75 compañías multinacionales de 25 países -22 de ellas de Estados Unidos-, para abordar las oportunidades de negocio del mercado español en sectores estratégicos vinculados a la transición verde y digital, principalmente.
Efectivamente, 28 de abril. Día del apagón. Qué mejor para atraer inversión extranjera que ministros sin luz, sin móviles y las calles atascadas y sin semáforos.
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